No bastan las palabras. Las frases ya no son suficientes. Ni siquiera las promesas pueden hacerme creer algo de ti a estas alturas. Siempre has sido de ese tipo de personas que le gusta hablar mucho, y que a la hora de la verdad... NADA. Y lo sabes. Lo sabes demasiado bien.
Te gusta actuar a ser el prometedor y a convertir a las personas que te rodean en las prometidas. En esos momentos, todos están agradecidos de tu presencia. A todos les caes bien. Como sabes que no vas a volver, qué más da.
Pero claro, ahora llega el momento en el que debes quedarte en un mismo lugar un período de tiempo más largo que antes. Sin embargo, has actuado del mismo modo, de manera inconsciente, igual que en ocasiones anteriores.
Me di cuenta un poco tarde de que esta vez, yo era la prometida.
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Y si... (los humanos buscamos un hilo de esperanza por cualquier lado) ¿Y si no fueras tú? Es decir, ¿si tú de verdad quisieras cumplir esas promesas (que no fueran meras palabras, sino actos), solo que nunca has tenido la oportunidad de poder hacerlas realidad?
Eso cambiaría enormemente las cosas. Ya no tendría que obligarme a permanecer alejada de ti. Podría seguir soñando con esas promesas. Podría volver a mirar a tus ojos y perderme en el interior de ese color miel que tan poco refleja tus emociones. Podría ocurrir incluso que las promesas no las hubieras hecho por una simple casualidad...